Violencia

Las maras marcan con sangre la pandemia en El Salvador

El gobierno enfrenta el reto de combatir la ola de violencia de las pandillas.

Telemundo

SAN SALVADOR - Las pandillas de El Salvador pusieron este fin de semana en aprietos las medidas de combate al COVID-19 y la estrategia de seguridad del gobierno al perpetrar 58 asesinatos en una muestra de fuerza y control del territorio característico de estas bandas, que son las responsables de cometer la mayoría de homicidios en este país que es considerado uno de los más violentos del mundo.

La escala, que no tiene precedentes durante el gobierno de Nayib Bukele, llevó a las autoridades a aislar a los pandilleros presos, señalados de orquestar los ataques, y de autorizar a policías y soldados el uso de la "fuerza letal".

Las pandillas salieron a las calles a propinar los violentos castigos.

La Fiscalía General de la República (FGR) confirmó a Efe que el viernes se registraron 24 muertes violentas, 12 el sábado y 22 el domingo.

El repunte de la violencia homicida supone un golpe doble para el Ejecutivo de Nayib Bukele al mermar las fuerzas destinadas a la vigilancia de las medidas de confinamiento generalizadas por la pandemia del COVID-19 y al desnudar posibles huecos en su plan de "control territorial".

Se los acusa de asesinatos y extorsiones en El Salvador; muchos ya están tras las rejas.

"Las maras están aprovechando que casi la totalidad de nuestra fuerza pública está controlando la pandemia. Tendremos que mover recursos para combatirlos", manifestó Bukele en redes sociales el domingo.

Agregó que la Policía y la Fuerza Armada "deberán priorizar el resguardo de sus vidas, de sus compañeros y de los ciudadanos honrados", sin precisar la cantidad de elementos que se destinarán a tratar de frenar la escalada de violencia.

Las fotografías son de un microscopio electrónico de transmisión. Mira el impresionante video.

El gobierno dispone de unos 23,000 policías y más de 7,000 soldados en las calles para combatir la violencia, un fenómeno heredado de la guerra civil que duró 12 años y dejó más de 75,000 muertos y 8,000 desaparecidos.

Inicialmente, las autoridades de seguridad señalaron que la pandemia del COVID-19, que se ha cobrado la vida de 8 personas en el país, contribuyó a una sensible reducción de homicidios de marzo, que cerró con 65 asesinatos.

Los entierros de las víctimas de COVID-19 han sido reducidos a un máximo de 10 minutos, mientras que la presencia de familiares ha sido limitada para evitar los contagios.

"Es, por mucho, la cifra más baja desde que El Salvador tiene registros", dijo Bukele el 1 de abril pasado, mientras que el director de la Policía, Mauricio Arriaza, señalaba días antes que el COVID-19 contribuía a la caída de la violencia.

Ningún funcionario, ni el propio Bukele, han señalado cuál es la razón que ha llevado a las pandillas a elevar la cifra de asesinatos en este corto tiempo.

Mucho menos queda clara el cambio de opinión de estas bandas que, según publicaciones de medios salvadoreños, exigieron bajo amenazas de muerte a los habitantes de las zonas que controlan respetar la cuarentena.

Tampoco se conoce si estos asesinatos son la materialización de dicha amenaza.

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