Algunos tienden a buscar soluciones inusuales, como una sustituta sexual. Esta persona, como lo indica su título, ofrece terapia mediante el sexo y el placer.
Una de estas sustitutas sexuales es Mare Simone, quien considera su trabajo como una verdadera profesión. Ella se considera una terapista del placer, una de las 10 o menos que ejercen este oficio en California.
Simone cuenta que lleva unos 30 años ejerciendo este oficio, y calcula que ha ayudado a unas 2,000 personas. El tratamiento, destaca la terapista, se realiza a través de una relación física íntima o sexual.
El tipo de pacientes que atiende Simone son personas que han sido víctimas de abuso sexual, transgéneros, personas vírgenes, con discapacidades o alguna disfunción sexual. También acuden solteros y parejas que buscan recuperar el placer en el dormitorio.
Los sustitutos sexuales aseguran que su profesión es legítima y que no son prostitutas porque el paciente busca placer a largo plazo y no momentáneo.
Una sesión de este tipo puede superar los $500 y no está cubierta por el seguro médico.